El golf no nació en Escocia ni en Europa.

Es famoso que le dieron pólvora al mundo.

También se les ocurrió la carretilla, el paraguas, la imprenta y el papel, la pintura fosforescente y algo llamado navegación terrestre. Hoy en día, por supuesto, le dan al mundo prácticamente todo en cantidades grandes y baratas.

¿Pero el golf? ¿Los chinos inventaron el golf y lo exportaron hacia el oeste siglos antes de que ningún pastor escocés pensara en hacer un juego con su triste destino?

Si, como yo, eres golfista, seguramente has estado influenciado por la tradición escocesa de este deporte y tu primer pensamiento habrá sido:

“No puede ser”, por ejemplo.

Es decir, en términos generales, la posición de Escocia al respecto: no puede ser.

Pero los chinos tienen un argumento convincente de que fueron ellos, de hecho, los primeros en jugar. La clave podría haber sido hallada en un museo en Hong Kong.

Establecer de forma verídica y, sobre todo, fiable quien le dio al mundo el golf es un asunto tan complicado como cualquier calle en St. Andrews, la ciudad escocesa en el Reino de Fife que se anuncia a sí misma como “la casa del golf”.

“The Autumn Banquet” tiene la respueta.

Se trata de un pergamino de la dinastía Ming que muestra a un miembro de la corte imperial balanceando lo que parece un palo de golf en lo que parece una bola de golf con el objetivo aparente de colocar una esfera en lo que parece un agujero en lo que parece. un verde.

La pintura Ming, pintada con pigmentos minerales sobre seda por un Youqiu, muestra a los chinos jugando chuiwan – literalmente “golpear la pelota” – ya en 1368.

Mientras que en St. Andrews Links, dicen que la primera mención registrada del golf fue en 1457. cuando fue prohibido por una ley del Parlamento bajo James II.

En un examen más detenido, esta pintura de la era Ming de un juego llamado chuiwan es demasiado familiar. Un hombre con ropa un poco curios¡a está tratando de meter una bola pequeña en un hoyo con un palo largo; otro lo mira con tristeza, esperando que se pierda. El tercer hombre parece estar consultando las reglas. Los tres parecen profundamente absortos

La segunda exhibición en Hong Kong es una reproducción, pero como documento histórico es clave. Es de un mural encontrado en un templo dedicado al dios del agua en la provincia de Shanxi y data de la dinastía Yuan (1271-1368). Y ahí están de nuevo, cortesanos blandiendo palos.

Junto con la pintura mural viene un libro, “Wan Jing”, o “Manual del juego de pelota”, que se publicó en 1282 y se erige como la primera guía conocida de un juego que se parece mucho al golf. Aparte de varias reglas y regulaciones – “la superficie de juego no debe ser plana” – “Wan Jing” señala que a ciertos emperadores de las dinastías Song y Jin les gustaba el “hit ball”, lo que remonta la fecha a principios del siglo XII.

Ha habido otras afirmaciones, holandesas y francesas, por ejemplo, de haber inventado este extraño juego, pero ninguna ha resistido el escrutinio. Por lo tanto, se ha aceptado durante mucho tiempo que el golf evolucionó en la tierra de los enlaces comunes (césped costero y bien drenado que tiene poco uso agrícola) de la costa este de Escocia alrededor del siglo XV. ¿Pero China?

Cuando haces una pausa para pensar, tiene cierto sentido. Estos también eran un pueblo profundamente civilizado y sutil, ferozmente bueno en los negocios, serios en sus pasatiempos, a cuyos poetas les gustaba beber, que creían en el cultivo de la ecuanimidad frente a la escandalosa fortuna … el temperamento perfecto para jugar a golf, de hecho.

Se dice que el emperador Huizong jugó chuiwan en el siglo XI; en 1567, María Reina de Escocia encajó en una ronda rápida antes de rendirse a los señores confederados. Ambos juegos también fueron amados por los plebeyos y los niños.

¿Entonces por qué no? El juego que conocemos hoy como golf, cualquiera que sea su antepasado, tuvo su fase evolutiva definitiva en Escocia, pero no su origen.

Tal vez haya algo en la teoría de que los grandes inventos (agricultura, alcohol, astronomía y golf) surgen espontáneamente en diversos lugares, no por contacto cultural, sino simplemente porque son una buena idea.