Lecciones de la vuelta de Tiger Woods.

Una sola noticia ha copado toda la prensa deportiva durante los últimos días, bueno, en realidad solo algunos rincones, eso sí en forma de titular, de los medios que le dan espacio al golf, aunque sea de vez en cuando.

La vuelta de Tiger Woods es una realidad.

El golfista más emblemático de los últimos tiempos ha vuelto a competir tras un largo parón por motivos físicos donde no se sabía a ciencia cierta que pudiera volver a jugar a golf y mucho menos al máximo nivel. Por segunda vez.

Ya protagonizó el que se tildó como mayor regreso en la historia (no solo del golf) del deporte, al ganar su quinta chaqueta verde con su victoria en el Masters de Augusta de 2019, aunque creo que la vuelta actual, es todavía más grande.

Personalmente creo que volver a jugar a golf ganando un Masters solo puede ser superado por volver al golf para competir al lado de tu hijo.

Por cierto, como juega Charly Woods. Ese niño apunta muchas maneras, no solo le pega bien a la bola, también demuestra tener un carácter y personalidad fuertes, aunque eso no es lo único que ha calcado de su padre, su forma de mover el palo, de hacer el molinillo, hasta de quitarse la gorra… ¡Es como un Tiger en miniatura! No se arruga ante ningún golpe ni rival. Es conocido incluso por “vacilar” a quien tiene confianza como Justin Thomas, etc.

Viendo a Tiger jugar estos días nadie diría que se ha apartado un largo tiempo del golf ni mucho menos que ha sufrido una grave lesión que casi le impide andar con normalidad. Sinceramente le he visto muy bien. Pegando buenos golpes, bromeando, escudando a Charly… Creo que ha disfrutado mucho de cada instante, de cada hoyo de cada golpe.

Hemos visto a un Tiger muy sonriente y ahí coincide todo el mundo. Hasta sus compañeros de partido se vieron sorprendidos y rivales lo comentaron tras la primera jornada. Además, también se lo dejó muy claro a Charly y a toda la prensa… Estamos aquí para divertirnos, el resultado es lo de menos.

Pienso que nunca nadie ha visto a Tiger en “actitud amistosa” en el campo de golf. Mucho menos sonriente y divertido mientras jugaba.

Yo mismo creo que nunca había visto a Tiger sonreír tanto ni divertirse en el recorrido y me parece genial, pues era (o es) un golfista conocido por su mirada felina, por su poder y estado mental a lo largo de la vuelta, donde se suele mostrar impasible en cada hoyo.

Está claro que volver a jugar a golf después de casi quedarte sin andar y, además, hacerlo al lado de tu hijo es algo maravilloso. Tanto como para sentirse muy afortunado y agradecido. Pienso que algo ha hecho clic en la cabeza de Tiger.

No creo que nunca pierda su espíritu competitivo, luchador, ambicioso, pues es un rasgo de su personalidad, pero sí tengo claro que ha cambiado su perspectiva; simplemente se siente afortunado de poder jugar a golf y disfruta de cada instante en el recorrido.

Y esa, amigos golfistas es la más valiosa lección.

Siempre hay tener esa perspectiva.

Siempre hay que disfrutar jugando a golf, siempre.

Imagina que la última vez que jugaste a golf (espero que sea reciente) se convierta de verdad en tu última vuelta (espero que no) … reflexiona… ¿La aprovechaste al máximo? ¿La disfrutaste al máximo? O solo te paseaste por el recorrido persiguiendo un resultado. Peor aún ¿jugaste amargado/a por el resultado?

Últimas reflexiones:

Aunque Tiger ha vuelto al escaparate mundial y lo ha hecho para divertirse junto a su hijo en un torneo “descafeinado”, aunque ya haya comentado que a partir de ahora jugará torneos contados del calendario del PGA Tour, precisamente para preservar su físico y divertirse más.

Estoy convencido que el Tigre sigue siendo un depredador al acecho de victorias y que, por mucho que diga, entre ceja y ceja todavía tiene el record de victorias en Majors de Nicklaus el contador está 18 a 15 a favor de Jack. Pienso (y espero) que Tiger cree que es posible superarlo y lo que es mejor (para nosotros) va a intentarlo.