Todos sabemos que el golf es un deporte mental. Básicamente porque el estado mental o la predisposición del jugador es lo que va a determinar su propia suerte, claro está que es muy fácil decirlo o que la teoría nos la sabemos todos, otra cosa es la práctica en el momento de la verdad.
Si nos fijamos en el mundo profesional y miramos los grandes circuitos, los jugadores que dominan, quienes realmente están semana tras semana allí arriba, luchando por la victoria, son los más fuertes mentalmente.
Tiger es, para mí, el más claro ejemplo del poder de la mente del golfista, durante sus mejores años en el pico de su carrera golfística, tenía una gran técnica (la sigue teniendo) y un golpeo de bola excelente, pero lo que más han destacado siempre de él tanto sus rivales como los expertos es su gran fortaleza mental.
No olvidemos que hemos visto jugadores con una técnica depurada y un gran juego durante “todo el torneo” hasta que han colapsado mentalmente y, consecuentemente, su juego. Perdiendo toda la ventaja y opción al título, especialmente en “Majors” o en golfistas que se dirigían hacia su primera victoria.
Entre golfistas aficionados pasa exactamente lo mismo, tanto para bien como para mal.
Y creo que, en el fondo, todos los golfistas aficionados pueden dividirse en dos grupos, en función de su mente.
El primer grupo es el más numeroso y es el de lo miedicas.
En mayor o menor grado estos golfistas acaban siendo víctimas de su propio miedo. Aprender a dominarlo es la clave (y único camino) para mejorar su nivel de juego, además de permitirles disfrutar realmente del golf.
Como digo es algo que afecta de forma diferente a cada golfista. Algunos tienen tanto miedo a fallar o desconfían tanto de sus capacidades que el miedo les invade nada más llegar al recorrido. En el mismo tee del 1.
Otros lo tienen menos acentuado pues su miedo no está ligado a la calidad de sus golpes, sino al resultado de la vuelta. Tienen nivel suficiente como para pegar buenos golpes, pero a la que ven que están llevando una buena vuelta y pueden conseguir un buen resultado… ¡Zas! Colapso a la vista.
Grupo número 2, los creídos.
Lo digo, evidentemente, en el buen sentido de la palabra, pero creo firmemente que es así. Todos conocemos o hemos compartido partido con alguno de estos golfistas, da igual su nivel de juego, hablo simplemente de estado mental / confianza.
Estos golfistas simplemente creen en su juego. Se ven capaces, juegan al ataque.
Repito que es algo independiente al nivel de juego, no se trata de buenos golfistas, simplemente jugadores que no sienten miedo con un palo en las manos. Ya tengan un hándicap alto o sean golfistas destacados. Juegan bien a golf porque creen que pueden hacerlo, solo tienen en mente lo que quieren hacer no todo lo que puede salir mal.
Ese estado mental que todos hemos sentido alguna vez, como por ejemplo cuando juegas tu hoyo favorito, aquel que conoces al dedillo y que podrías completar a ciegas. Todos tenemos ese hoyo y siempre lo jugamos bien, al ataque. Porque sabemos que podemos hacerlo, pues este grupo de golfistas siente eso en todos los hoyos que juegan.
Últimas reflexiones:
Simplemente comparto y reflexiono sobre lo que he observado tras años y años de ver golfistas de todos los niveles jugando al golf. Claro está que la mente no lo es todo, pues hace falta llevar la bola desde el tee hacia el hoyo, pero sí creo firmemente que la fortaleza mental de un golfista está vinculada directamente con su nivel de juego.
¿Cómo de influyente es el poder de la mente en el jugador de golf?
Marc Puig
Marc@SotaPar.com
@Golfing_marc