La segunda entrada de los consejos de los maestros está inspirada por el golfista británico más exitoso. Nick Faldo estuvo durante 97 semanas en el primer puesto del ranking mundial de golfistas entre 1990 y 1994.
Tres veces ganador del Masters y tres veces ganador del Open. Acumula 30 victorias en el European Tour, además de adjudicarse torneos internacionales como el Campeonato Mundial Match Play (en dos ocasiones) el Campeonato Británico de la PGA en cuatro.
Ostenta además de ser el participante más joven de la Ryder Cup y el golfista con más participaciones, con un total de 11.
La reflexión más interesante de Nick Faldo es:
“Construye tu swing sobre fundamentos sólidos”
Y es que Faldo emergió entre los mejores golfistas del mundo a principios de los ochenta, pero tuvo que trabajar muy duro, modificando su swing para consolidarse. Todo se remonta a la edición del Open de 1984 en la que Faldo destacó y parecía que iba a conseguir su primer grande, pero se desmoronó en los últimos hoyos.
Esa actuación en los últimos hoyos fue la que le empujo hacia el cambio.
El swing de Nick era largo y fluido, muy bonito de ver a simple vista ya que empleaba un gran giro de caderas y de piernas para generar potencia en sus golpes. Este movimiento, por consecuencia, basaba toda la efectividad de su swing en su coordinación mano-ojo para encarar la cara del palo en el momento del impacto.
Es decir, su swing era muy bonito, pero poco fiable. A la mínima que esa coordinación mano-ojo fallaba (ya fuera por factores internos o externos) sus impactos perdían mucha consistencia. Lo que le llevó a acabar “jugando mal” los últimos hoyos del Open 1984.
Después de esa experiencia trabajo muy duro con su entrenador de swing David Leadbetter, para volver a los fundamentos básicos del swing; Ajustando su colocación inicial para desarrollar un movimiento donde los músculos del tren superior fueran los responsables de crear (y liberar) la potencia.
Tardó más de dos años en consolidar e interiorizar el nuevo movimiento de swing, pero valió mucho la pena.
Qué mejor escenario que la última vuelta del Open de 1987 para poner a prueba su consistencia, casualmente, el mismo escenario que le hizo venirse abajo. En esta ocasión, nuevamente necesitaba jugar una vuelta sólida, no demasiado baja, pero muy sólida para alzarse con la victoria.
No se me ocurre una vuelta más sólida que los 18 pares seguidos que consiguió en Murfield para ganar su primer Major Championship. En ese momento empezó su senda de victorias en torneos grandes.
Reflexiones finales:
Realmente la reflexión de Nick Faldo es bastante de cajón. Algo que todos los golfistas deberían dar por sentado, pero pocos ponen en práctica ya que en ella se esconden los verdaderos entresijos del buen golf.
En golf y en cualquier deporte, no se trata de lo que sepas hacer en el campo de prácticas, jugando en tu club o compitiendo con tus amigos. Ahí todos somos capaces de sacar nuestro mejor juego.
Lo que realmente marca la diferencia es ser capaz de mantener el nivel de juego y la consistencia de nuestros golpes en los momentos de presión. Ya sea para ganar un grande, el torneo del club, bajar de handicap o lo que sea, en esos momentos es donde más necesitamos un swing sólido.
De otro modo, cuando la presión o los nervios aparezcan, y créeme, van a aparecer, te va a costar mucho pegar buenos golpes pues cualquier desajuste se verá reflejado en el impacto con la bola.
¿Tienes un swing fiable?
Marc Puig
@Golfing_marc
marc@sotapar.com